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Jaloneo por el control del Suicobach, relega a base trabajadora

Jaloneo por el control del Suicobach, relega a base trabajadora

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Héctor Estrada

En medio de una “conveniente” imposibilidad para realizar asambleas masivas extraordinarias, el proceso para renovar a la dirigencia estatal del Sindicato Único Independiente del Colegio de Bachilleres de Chiapas (Suicobach) se ha convertido en un jaloneo interno entre dos cúpulas, donde el grueso de la base trabajadora parece haber quedado relegada.
Con las elecciones previstas para el próximo 6 de noviembre la guerra intestina por el control del sindicato ha hecho de la pandemia y sus medidas restrictivas un campo de oportunidad para los intereses dentro de la contienda.
Por un lado, Víctor Manuel Pinot Juárez, quien se ha mantenido en la dirigencia por alrededor de 18 años, ha hecho de las “reuniones cerradas” con delegados sindicales un método de simulación y acuerdos a modo. El viejo cacique se ha encargado de convocar a reuniones cerradas (por supuestos motivos de la pandemia), con representantes delegacionales impostores y votaciones a favor de sus intereses, que terminan sin validez real.
Y es que, el ocaso de Pinot parece inminente. Su poder de convocatoria y control sobre los delegados se ha mermado durante los últimos años. Hoy buena parte de las representaciones delegacionales se han pronunciado públicamente en su contra, por lo que no le ha quedado de otra que fingir asambleas, invitar a aliados suyos de todos los planteles y validar sus votos como “acuerdos representativos”, según sus propias interpretaciones de los estatutos.
La intención de Víctor Manuel Pinot para relegirse o imponer a uno de sus “peones” es evidente, con o sin el apoyo de los delegados sindicales. Intentar aplicar nuevamente sus argucias para perpetuar su poder a costa de lo que sea no resultaría nada nuevo para él. Ya lo ha hecho antes, con asambleas masivas, votos alterados o modificando tramposamente lo estatutos para validar su reelección.
La careta de Pinot se ha caído con el paso de los años. Hoy la base trabajadora conoce perfectamente sus intenciones y la nube de corrupción que lo rodea. Sabe perfectamente que no es de confiar, pues está dispuesto a negociar con las autoridades para guardar silencio y recibir sus respectivas tajadas, incluso, a cambio de las propias prestaciones laborales, jubilaciones o fondos para el retiro.
En el otro lado de la contienda está Esdras Humberto de León Pinto, secretario del Trabajo del propio Suicobach, que desde hace algunos años encabeza un movimiento para derrocar a Pinot. Se trata de un personaje antes vinculado al cacique sindical que tras un rompimiento decidió, junto a otros afines, iniciar una disidencia que también genera ciertas reservas entre buena parte de la base trabajadora.
De León Pinto, junto a sus incondicionales, se ha encargado de reclutar y convencer a delegados sindicales para sumarse al movimiento. El objetivo aparente es evitar que Víctor Manuel Pinot o sus peones consume una nueva reelección; sin embargo, de fondo son evidentes sus intenciones para relevar al viejo cacique en la dirigencia estatal.
Se ha armado de aliados y asesores jurídicos para invalidar las argucias legaloides de Pinot y las cosas le han estado saliendo hasta el momento. Apenas este lunes dio a conocer ante medios de comunicación que, con el supuesto respaldo del 54 por ciento de la base trabajadora, se consiguió reformar el Artículo 62 de los estatutos sindicales con lo que se imposibilitaría la relección del Secretario General y todos los integrantes del Comité Ejecutivo Estatal para las próximas elecciones.
La presunta reforma impediría a Pinto Juárez contender en cualquier planilla electoral, y con ello pondría fin a su control sindical. Se trata de una nueva circunstancia que deberá confirmarse durante los siguientes días y que calienta el escenario rumbo a los comicios previstos para el próximo 6 de noviembre, cuyo formato de votaciones tampoco ha sido precisado en el marco de las medidas restrictivas por la pandemia, generando evidentes especulaciones y dudas.
Lo lamentable de todo esto es que en ambos frentes de la contienda la base trabajadora ha sido prácticamente relegada. Ni las “asambleas cerradas” de Pinot, ni los “trabajos jurídicos” de los opositores para reformar estatutos han sido socializadas o notificadas a la mayoría de los agremiados. La mayoría desconoce a profundidad lo que sucede con el jaloneo interno. La elección, que por razones lógicas debería postergarse, se ha convertido en una disputa privada entre dos frentes ávidos de poder donde poco o nada importa en sentir general de las bases… así las cosas.

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